La nueva directiva europea de reporte de sostenibilidad impactará en más de 5.000 empresas españolas
2023 ha supuesto un punto de inflexión para la información corporativa sobre sostenibilidad. La nueva Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD por sus siglas en inglés), que se regirá por los estándares ESRS, está entrando en vigor de forma progresiva en toda Europa y es el principio de una nueva forma de reportar para las empresas y entidades de seguro y crédito. Según Sergi Simón, coordinador del Área de Riesgos de EALDE Business School, supone “un auténtico reto porque por primera vez se avanza hacia un sistema único de reporte en toda Europa”.
Además de lo que supone adaptarse a un sistema homogéneo, Sergi Simón destaca que “cumplir con la Directiva comporta cambios radicales en lo que se reporta, destacando como principal aspecto la doble materialidad (de impacto y financiera). Esto supone que no solo debe reportarse el impacto de la empresa sobre el entorno y la sociedad, sino que debe considerarse cómo un mundo más sostenible impactaría en el rendimiento y solvencia de la empresa”. Por lo tanto, la nueva directiva implica evaluar en términos prospectivos, en términos de escenarios futuros, informando sobre metas, objetivos y el impacto, que tendrán en el rendimiento de las empresas.
Otro aspecto que considerar, según el coordinador del Área de Riesgos de EALDE Business School, es que el reporte “deberá ser verificado por una tercera parte, lo que supone una mayor robustez de los modelos de cálculo y estimación de métricas, junto con una mayor calidad y veracidad de los datos de origen”.
CÓMO AFECTARÁ AL TEJIDO EMPRESARIAL ESPAÑOL
A pesar de que las pymes no cotizadas están exentas de presentar los informes de sostenibilidad fijados en la CSRD, aquellas pequeñas y medianas empresas que sean parte de la cadena de valor de una gran compañía obligada sí se verán afectadas de forma indirecta por estos nuevos estándares europeos. Y es que hay que tener en cuenta que los ESRS, que entraron en vigor en el mes de julio y donde se establecen los criterios para reportar, se estructuran en tres ámbitos: el ambiental, el social y la gobernanza.
Sergi Simón sostiene que “en todos los casos consideran la cadena de valor en el análisis de impactos y, por tanto, es muy plausible que las grandes empresas exijan a todos sus proveedores, sean del tamaño que sean, datos relacionados con los ESRS”. Casi la mitad de las empresas en España son pymes, la otra mitad autónomos y las grandes empresas representan apenas un 0,1%. Pese a ello, en nuestro país, poco más de 5.000 grandes empresas van a tener que monitorizar su cadena de valor, que en su práctica totalidad son pymes.
Para el experto de EALDE Business School, “de esta manera, las grandes empresas se verán obligadas a disponer de información sobre corrientes residuales, conducta empresarial e indicadores de ámbito social y laboral, de todos y cada uno de los proveedores y clientes que puedan considerarse relevantes en su cadena de valor”.
UN RETO PARA LOS DIRECTIVOS
Desde que aparece el concepto de responsabilidad empresarial y el más moderno de triple contabilidad, la empresa ya no puede vivir de espaldas a la percepción que la sociedad y grupos de interés tienen sobre su comportamiento. En este sentido, “la nueva Directiva de reporte no hace más que permitir que esos grupos de interés tengan más y mejor información sobre las empresas”, explica el coordinador del Área de Riesgos de EALDE Business School.
Por otro lado, Sergi Simón matiza que “están regulándose aspectos relacionados con este compromiso de la alta dirección de las grandes empresas en el sentido de que su retribución variable debe ir condicionada también por aspectos relacionados con la sostenibilidad. Esto, sin duda, también es un incentivo que está condicionando compromisos y cumplimiento”.
cuáles son las amenazas reales a las que se enfrenta el Pacto Verde Europeo
Antes del Pacto Verde, los planes climáticos de la UE eran ambiciosos, pero en líneas generales acordes con los de la comunidad internacional. Sin embargo, con la llegada del Pacto, el objetivo a alcanzar en 2050 pasa a ser cero neto, es decir, un balance equilibrado de emisiones: la economía europea ya no tendrá que añadir ni una sola tonelada de gases de efecto invernadero a la atmósfera, por lo que deberá compensar cada cantidad emitida con una cantidad similar absorbida de biomasa u otros sistemas.
“El reto del Pacto Verde Europeo es que consigamos que las empresas puedan comprometerse a contribuir a la consecución de los objetivos que en este se fijan, pero sin perder competitividad”, mantiene Sergi Simón. Todo cambio de paradigma supone un esfuerzo, tiene un coste. La cuestión está en saber si realmente toda la economía global está dispuesta a asumir este coste en los mismos términos.
Desde EALDE Business School sostienen que “en la medida en la que países como China, Canadá o Estados Unidos no acometan esfuerzos proporcionales a los que nos imponemos en Europa en pro de la sostenibilidad, habrá un gran problema de falta de competitividad que forzará a gobiernos y empresas a reducir sus ambiciones”. Por lo demás, Simón sostiene que “Europa está mejor preparada tecnológica y socialmente para afrontar una transición que permita alcanzar de forma muy satisfactoria los objetivos del Pacto Verde Europeo”.