Saber motivar a los trabajadores, una de las claves de la comunicación interna
Hay miles de estudios que certifican que la motivación influye en la productividad de las personas. Si uno acude al trabajo con ganas e ilusión será más fácil que alcance los objetivos que se haya impuesto y además disfrutará haciéndolo. No obstante, a muchos este escenario les puede parecer una utopía y cuándo esto ocurre es que precisamente nos encontramos ante un empleado desmotivado o ante una empresa que no invierte en estrategias de comunicación interna.
Las compañías deben tomarse en serio invertir en mejoras que ayuden a crear un buen clima laboral. ¿Y eso cómo se hace? pues las agencias de comunicación nos cuentan que uno de los primeros pasos es establecer herramientas que permitan a los empleados dar su opinión sobre cómo mejorar el negocio. Porque ellos suelen estar más en contacto con la realidad del mercado y pueden detectar si algo está fallando antes que los propios directivos. Saber escuchar es muy importante porque además alaga al empleado, que se siente valorado y considerado. Además si se consigue detectar a una buena idea y ofrecerle a su creador que la desarrolle se estará, por un lado, motivando al empleado y, por otro, demostrando a sus compañeros que la empresa apuesta por ellos.
Planificación e información
Los expertos en comunicación también subrayan que a veces la desmotivación se produce cuando el trabajador no sabe hacia dónde se dirige la compañía. A veces a causa de rumores o por una falta de información, el empleado puede sentirse fuera de la empresa y romper lazos afectivos con ella. Una forma de evitarlo es propiciando reuniones regulares entre los jefes y su equipo para solventar dudas y acabar con comentarios infundados.
Una buena planificación también ayuda a que los trabajadores tengan clara la hoja de ruta corporativa. Hay que ser conscientes de que la motivación es un sentimiento que tiene una vida inestable, a veces crece y otras cae en picado por diferentes razones, externas e internas. Dedicar un momento al análisis, a definir nuevos objetivos y a medir acciones pasadas ayuda a que los empleados se sientan más integrados en el proyecto. Porque una persona sin metas o retos en el horizonte muy difícilmente adoptará una actitud motivada.
Un sentimiento que se contagia
Cabe destacar que la motivación es un estado personal e individual pero que se puede contagiar. Un trabajador satisfecho sin duda hablará bien de la empresa por lo que mejorará su imagen ante sus compañeros, que empezarán a anhelar tener los mismos sentimientos. No hay mejor recomendación que la que viene de una persona de confianza por lo que las empresas deberían empezar a valorar la importancia de los comentarios que surgen dentro de su propia organización y establecer acciones para que los que se generen sean de carácter positivo. Si uno disfruta y se implica, le costará menos esfuerzo realizar según qué tareas, además generará un trabajo de más calidad y será más responsable.